Tiene la vuelta ciclista a España cierta propensión, durante los últimos años, a los puertos de cuestas imposibles, aunque los puristas de la bicicleta renieguen de las montañas que se suben y bajan por una única carretera. Justo como ayer, donde el monte Oiz impuso ese tipo de porcentajes a los ciclistas.
Allí sufrieron todos, los que llegaron primeros, los favoritos a la general y el pelotón de rezagados, finales tan duros donde hasta el ganador de la etapa llega dando bocanadas de aire y necesita un auxiliar junto a la meta para ayudarle a mantener el equilibrio. Momentos en los que los ciclistas se preguntan cuántas trampas y cuestas de este tipo les han puesto los organizadores antes de llegar a Madrid el domingo. Solo quedan cuatro días para terminar la vuelta.
Cada etapa tiene tantas historias como corredores participan en ella, todas llenas de ciclistas, de corredores que disfrutan y sufren a partes iguales, buscando sus pequeños momentos de gloria cada día.
Fabio Aru es un ciclista italiano enjuto y de permanente sonrisa que lleva un último año complicado, con malos resultados, enfermedades y que tampoco está levantando cabeza en la vuelta. Ayer no fue su mejor día, con una caída antes de la última subida que le dejó con medio glúteo al aire, el culotte roto, sangrando y maldiciendo contra el cambio de marchas de su bici. Aun así, se subió otra vez a la bicicleta y continuó hasta la meta.
David De la Cruz es un corredor del equipo Sky, el todopoderoso equipo británico, que asumió a principio de la vuelta la función de líder del equipo, ante la ausencia de los dos grandes líderes de su formación, pero que, poco a poco, fue perdiendo tiempo hasta alejarse del liderato de la carrera. Ayer decidió redimirse, se escapó al principio de la etapa con otros 25 corredores y alcanzó la base del último puerto escapado, con cuatro minutos de ventaja sobre el pelotón del líder Simon Yates, acompañado por una docena de corredores más. Durante la ascensión, hubo varios momentos de la subida en los que daba la impresión de no poder seguir el ritmo de los mejores, siempre subiendo al final del grupo de cabeza, pero a dos kilómetros de la meta lo dio todo y solo le aguantó otro ciclista. Al no conseguir despegarlo de su rueda, a un kilómetro de la cima, en un pequeno descanso en la subida entre rampas imposibles, relajó el embite y otros dos corredores se unieron al dúo de cabeza. El final es más triste, a pesar de su intento no pudo ganar la etapa. Su sufrimiento le llevó al tercer puesto de la etapa, a nueve eternos segundos del ganador.
Por último, el ciclista canadiense Michael Woods, el que aguantó la rueda a De la Cruz en las cuestas más duras del monte Oiz y rompió el sueño del corredor catalán. Pero es que Michael también tenía su propio sueño. Su propio objetivo, su propio sufrimiento que, entre lágrimas, nos narró en la meta: «Hace dos meses mi mujer y yo perdimos un bebé, estaba embarazada de 37 semanas, he hecho toda la subida pensando en él, le íbamos a llamar Hunter».
Ganó Woods, y se lo dedicó a Hunter.
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